La terapia de biofeedback (retroalimentación) es un proceso por el cual cualquier persona aprende a influir sobre los procesos involuntarios de su cuerpo al recibir información funcional de un aparato electrónico que monitoriza determinados parámetros fisiológicos como la temperatura de piel, el tono muscular, las ondas cerebrales o la respiración.
En condiciones normales, la persona ignora cómo se comportan los parámetros que miden muchas de sus constantes fisiológicas. Por ejemplo, una persona no puede saber cuál es su presión arterial en un momento determinado, o qué tipo de ondas cerebrales está emitiendo, a menos que utilice un esfingomanómetro o un electroencefalógrafo. Aunque en principio estas funciones se llevan a cabo de manera automática por el sistema nervioso autónomo, existen procedimientos para influir voluntariamente sobre algunas de ellas. Mediante esta técnica el paciente puede modificar sus propios estados fisiológicos y controlar su funcionamiento normal. El objetivo es conseguir en el sujeto un control voluntario, sin el uso de instrumentos, de sus propios estados fisiológicos.
En una sesión típica del biofeedback, la persona se sienta cómodamente en una silla y se le conecta a un instrumento del biofeedback con los sensores conectados en la superficie de la piel en varias localizaciones del cuerpo (generalmente los dedos). Los impulsos eléctricos de estas localizaciones se registran y se reflejan en un monitor del ordenador en forma de gráficos o de otras representaciones visuales. Además, el cliente puede recibir aumentos y disminuciones de un sonido, una gráfica o unos números como un tipo de feedback auditivo o visual de la actividad del sistema del cuerpo (cambios en la temperatura de la piel o del ritmo cardiaco).
Al principio se deja que el paciente repose, antes tomar un registro inicial de la actividad fisiológica. Después se inicia la sesión, que suele durar entre 15 y 25 minutos. Normalmente, se le enseña el manejo del ordenador o instrumento de biofeedback correspondiente y se le permite estar solo para que se centre en la propia práctica y que no se sienta incómodo por la presencia del profesional, que en todo momento está pendiente del posible aviso de problemas o dificultades en su práctica por parte del cliente. Al finalizar su sesión de entrenamiento se muestran las gráficas y se valoran los aspectos de la sesión.
Algunas de las patologías en las que se han registrado buenos resultados son:
Ansiedad.
Depresión suave.
Epilepsia.
Dolor de cabeza.
Para mejorar la concentración en el aprendizaje.
Para conseguir un estado interno de tranquilidad.
Tensiones musculares.
Re-educación neuromuscular
Dolor crónico
Tensión arterial alta (hipertensión)
Asma.
Problemas circulatorios.
Sídrome de Raynaud.
Bruxismo (rechinar de los dientes por la noche).
Incontinencia urinaria (enuresis, mojar la cama por las noches) incontinencia fecal.
Trastorno de falta de atención en los niños.